Una mochila o bien morral es un recipiente para llevar el equipaje, por norma general sujeto a la espalda a través de correas o bien bandas que pasan por los hombros y se atan a la cintura.1 Su uso ha generado el término mochilero.
También puede asociarse esta palabra al saco o bolsa de lona fuerte que llevan sosten a la espalda los cazadores y excursionistas, y llegar a designar al primitivo zurrón de los pastores. En Venezuela se conoce también con el nombre de bolso o ‘bulto’,[cita requerida] y en Colombia, la palabra mochila suele referirse a la mochila arhuaca).
La cordura, un derivado de la poliamida, es el material más usado actualmente para la construcción de mochilas, puesto que está dotada de una genial relación peso y resistencia a la abrasión y el desgarro. Los grosores más recomendados van de los quinientos a los ocho mil deniers. Mediante un acabado con recubrimiento, resinado o bien inducido, de poliuretano, se logra la impermeabilidad de las mochilas, aunque las costuras siempre van a ser las vías preferidas del agua para hacer incursiones en la ropa, saco y otras cosas que llevemos en su interior. Ciertas mochilas superligeras de mediana y gran capacidad emplean tejidos como el Kevlar, fibra de gran resistencia a la abrasión, para su construcción.
Se acostumbra a preferir el uso de mochilas, en lugar de bolsos para transportar cargas pesadas en largos periodos de tiempo, por el hecho de que los hombros soportan mejor el peso que las manos. Las mochilas más grandes descargan la mayor parte del peso en cinturones que rodean las caderas, dejando las bandas que pasan por los hombros solo para estabilizar la carga. Esto permite llevar cargas pesadas por el hecho de que las caderas son incluso más fuertes que los hombros y mejora la agilidad y el equilibrio por el hecho de que la carga radica cerca del centro de masa del cuerpo humano. porteo ergonómico Además de esto, esto permite descargar la columna vertebral de carga que la puede dañar.
De forma progresiva, las mochilas han reemplazado a las carteras en el uso escolar, puesto que distribuyen el peso por la espalda del pequeño. Se recomienda que tengan dos tiras simétricas regulables dependiendo de la altura del niño. Tanto las tiras como la una parte de la mochila que apoya en la espalda han de estar acolchadas para no dañar el cuerpo del portador. La mochila siempre y en toda circunstancia debe quedar unos centímetros por encima de la cintura del niño. Del mismo modo, debe ponerse y quitarse evitando adoptar posturas forzadas que pudieran ocasionar lesiones musculares. Ciertos problemas que hoy día sufren los pequeños están ocasionados por la mala colocación de las mochilas, y por el excesivo peso que las escuelas demandan transportar día a día